miércoles, 21 de diciembre de 2011

Una vida, un mundo, un destino...

La claridad de la Luna era tal, que la pequeña brisa veraniega podría verse brillar cuando acariciaba su tordo desnudo. Se balanceaba en uno de los dos pequeños columpios de madera y cuerda, con los shorts de verano por el calor y su pelo rubio alborotado por el despertar repentino a la madrugada de aquél día. El roble que le observa en la altura, permanecía callado y atento a los movimientos del joven veinteañero. Observaba el cielo estelar desde su mirada verde, analizando de nuevo que tipo de sueño era el que había tenido.

Pronto, llevada por la falta de calor de su amante, su rubia compañera se acerco con su bata fina y de seda blanca, cubriéndole su desnudez y preguntándose que tipo de mal había sacado a su hombre de los brazo de morfeo. Así pues, se acerco lentamente, descalza, por la hierba de su jardín, acariciando lentamente la ancha espalda de su amado que al contacto, los pelos se le erizaron y sonrío mirando a su bella amada.

-¿Qué ocurre, amor mío? ¿Qué te impide dormir?-preguntó con su voz angelical y mirando con sus grandes ojos color miel, que tanto fascinaban a su querido.
-No es nada mi vida... es... es solo un sueño-repuso el joven, tomandole delicadamente la mano mientras le acariciaba con la suya el dorso. Su suavidad podría hacer estremecer hasta la misma seda.
-¿Un sueño? ¿Qué sueño? Sabes que soy tu mujer, y no hay forma alguna de que me ocultes nada, hombretón...-añadió juguetona la mujer, acercándose sensualmente y con hambre voraz al oído de su amado. Sin embargo, pronto dejó el juego viendo a su marido que no reaccionaba si no que su preocupación seguía y crecía. Extrañada, se sentó en el balancín vacío de su izquierda, y cruzándose de brazos esperó pacientemente a que su amado, se dignara a contestar.

Él la miró. Era tan bella, daría lo que fuera por tenerla siempre entre sus brazos. No podría negarle nada, no podría ocultarle nada, era cierto. Trago saliva y de nuevo miro las estrellas. Tras una breve pausa y un suspiro, al final, se aclaro la garganta y se dispuso a contestarle:

-No es nada. Solo ha sido un sueño.-empezó a decir. Cerro momentáneamente los ojos para que los recuerdos llenaran su mente y prosiguió-Cuando me he dormido, me he visto de golpe en un mundo nuevo, cariño. En un principio, estaba en un paisaje, rodeado de luz y cristal. Las nubes eran algodón y se teñían de naranja y rosa con el nuevo amanecer. El suelo era una hierva más verde que la que pisamos ahora y el cielo era de un azul brillante, intenso. Mis manos eran suaves, delicadas y frágiles. Todo cuanto me rodeaba estaba hecho de cristal: los edificios, tan altos como el cielo; y los árboles, tan grandes como nuestro roble. Era todo, un mundo mágico y nuevo para mí, y sentía que no tenia necesidad de preocuparme de nada.

"En cambio, de un momento a otro, todo de golpe a cambiado. Los edificios eran más pequeños, el cielo menos azul, las nubes eran grises y el Sol se ocultaba para que apareciera la Luna tan brillante como hoy. Y en ese momento, apareció gente, de todos lados. Eran todos de diferentes colores: azules, blancos, negros, naranjas, verdes... Todos distintos. Me miré las manos y eran fuertes y jóvenes. Llenas de poder y con ganas de practicar todo cuanto estuviera en mi alcance. Esas personas de mi alrededor, a veces me hablaban: unos me decían que me querían; otros en cambio me odiaban; habían quien decía que era muy simpatico; otros en cambio se preguntaban que hacía ahí. Todo era un sin fin de sensaciones y yo me sentía dueño de ese mundo de colores vivos e intensos y nada frágil.

"Pero tan pronto como empezó, volvió a cambiar mi mundo. Empezó a oscurecer. La plateada estrella se oculto en un monte negro como el ébano. Mis personas, la gente de mi alrededor, se limito a despedirse y se quedaron muy pocos a mi alrededor. Los edificios se volvieron grises y oscuros y los árboles parecían tristes y cansados. Todo parecía tan oscuro, tan amargo. Mis manos eran ya manos arrugadas y mi mente parecía cansada después de ver tantas maravillas de los anteriores mundos que no sabía que hacer ni decir. Y de repente, una sombra negra, grande y encapuchada, se acerco a mí. Su mano era blanca y perlada, pues me señalo con ella. Y ahí todo quedo en penumbra y me sentí solo y desgraciado.

"Más no obstante, sin otro recurso que tener, comencé andar en un paraje de terror, de miedo y desolación. Vagué solo en paramos de lo desconocido, buscando algo. Quizá alguien. No sabía el qué, solo que debía seguir adelante sin detenerme. Las sombras me acechaban y los ruidos más estremecedores que jamás he oído, acudieron a mi. Y entonces vi algo. Era un gran espejo, enorme, de tamaño persona. Y cuando me vi reflejado no era yo, si no tú, mi vida. Tú estabas ahí, mirándome como yo a ti te miraba. Y detrás tuyo vi los tres mundos idénticos a los míos. Y sentí que ya todo estaba en paz y al final me desperté."

Cuando acabó de narrar su enorme sueño, miró a su amada que lo observaba expectante, pensativa y preocupada. La brisa volvió a recorrer sus pieles y los cabellos de ambos se ondularon como una hoja en un remolino de aire.

-¿Qué crees que significa? Llevo dándole vueltas y no encuentro sentido alguno.-preguntaba su esposo, derrotado ya por el cansancio de su propio pensar.

Ella, tras una larga pausa, se humedeció los labios y sonriente le dijo:

-Lo que has soñado, cielo, es tu vida.
-¿Mi vida?-se quedó extrañado por dicha conclusión.-Por favor amor mío, dime que significa.
-Muy bien.-dijo ella conforme.-El primero mundo es tu nacimiento. Todo es luz, todo es algo nuevo. Todo es tan bello y bonito... no hay preocupación. Has nacido en nuevo mundo y tú eres su protagonista. Pero eres frágil, débil. No estás preparado para el mundo. Eres un bebé.

"El segundo mundo es el mismo porque es tu misma vida, pero ha cambiado porque ya has crecido. Tu vida, tu mundo, es completamente distinto pero a la vez igual. La gente son los distintos tipo de personas que a lo largo de tu vida, han marcado un antes y un final. Te sientes el mejor y el más fuerte porque eres joven, atrevido, osado y adolescente. Es por lo que hace poco, hemos pasado juntos.

"El tercer mundo es un futuro. Has recorrido mucho, y te sientes débil y cansado. Tu cuerpo ya no es el que era y las pocas personas que son importantes permanecen a tu lado. La gran sombra es tu final, que tras pasar tanto tiempo, era ya tu hora.

"Y el paraje que recorres es el porque de tu vida. Esos tres mundos tienen en común que todo tiene su dificultad, y que debes avanzar siempre pese a los males que te ocurran. No debes tener miedo y tu objetivo es seguir en tu empeño. Y al final, acabarás por encontrar lo que deseas. Sea en el mundo que sea."

El joven, impresionado, se incorporó. Se desplazó lentamente hacia su compañera, que le miraba sonriente y pura. Se hundió de rodilla delante suyo, y agarrándole sus manos, las besó tiernamente y con un deje de más ternura aún, preguntó:

-Si todo es como tú dices, y al final significa todo esto que me has contado, tú eres todo cuanto he buscado y todo cuanto tengo que pasar para estar junto a ti. Sin embargo, ¿qué significa tus tres mundos en el espejo?
-Pues es sencillo, amado mío.-contestó con paciencia y dulzura mientras acariciaba el bello rostro de su hombre.-Significa que la vida misma está en todas partes. En tu mundo o en el mío. Y que tú y yo somos iguales y ambos debemos de seguir cueste lo que cueste.

Y acompañado por otro suave viento empujado por la noche, los amantes se besaron dulcemente, esperando recorrer los mundos juntos, pese a los males que haya. Pues ese era su destino.