miércoles, 28 de mayo de 2014

Sabanas frías

Cada vez, estas cosas pesan más. No quiere decir que no las aguante, pero las tomo más en serio que antes. ¿Dices que crees que paso? Antes me bastaba con pasarme horas delante de una pantalla para que pasará el tiempo mejor y lo pudiera sobrellevar. Ahora, cada vez que ocurre un problema que me toca hondo, ya no quiero jugar, ni reír, ni distraerme. Quiero dormir, cuanto más mejor, para ahogarme las penas dentro de mí, envuelto en sabanas que se me hacen frías si no estas a mi lado para calentarme.

Es cierto, vivo en un mundo de fantasía. Vuelo y me imagino siempre siendo el héroe que todos quieren. Y siempre tú eres la protagonista de mis historias. Prefiero vivir así, soñando e ilusionado por que un día algo parecido nos pueda suceder. Es fácil imaginarse algo que no eres. Te hace sentir que a lo mejor dentro de ti, tienes parte de ese héroe y puedes afrontar la vida desde otra perspectiva.

Pero aunque no lo creas, toco demasiadas veces los pies en el suelo. Sé que no estoy bien. Llevo muchísimo tiempo que no estoy bien. Aunque tú me veas riendo o aunque me veas concentrado, en mi mente circulan tantos pensamientos negativos que a veces pienso que soy una mampara de cristal por fuera, y dentro alguien está chillando de dolor y golpeando fuerte.

Cada día me veo más apagado. No sé si es por el día de la prueba, o es por que creo he perdido la fe en mi mismo. Tengo un desequilibrio enorme. Me está afectando, mucho. No sé hasta que parte puede llegar afectarme.

Y no, no puedo conocerme ni a mi mismo, no puedo conocer a los demás. Veo borroso por culpa de las lágrimas, veo tinieblas por mis pensamientos malvados. No sé hacer las cosas bien, como tampoco sé hacer las cosas mal. Estoy harto de esta situación, quiero dejarme llevar, ser alguien normal, con mis qués y mis contras.

Si no cedo en ser un loco rematado es porque tú eres mi cordura. Pese a todo, te tengo en un pedestal. Puede que creas que es amor de fantasía, por ser tú mi princesa... Aunque a mi parecer, es mucho más profundo. Esa imaginación proviene de mi interior, me cala en los huesos. Soy así, un chico inocente que juega ser un caballero, pero para mi es tan real como el teclado donde escribo.

Me ahogo. Nado en un océano de inquietudes. No estoy nada bien. No sé hacia que dirección nadar, no te veo en ninguna parte aunque sé que estás ahí. Y no es por nada, es que el agua me impide el respirar y no soy muy buen nadador.

¿Qué tengo que hacer? ¿Como lo hago?

Esas 2 preguntas rebotan en el caótico mundo que tengo por cabeza. Y no hallo las respuestas.

Me muero por saberlas. Lo juro.